Hace ya unas dos décadas empecé a notar lunares rojos en mi ronco pecho, me encantaban. Y un día leí en un artículo que eran signos de una piel asoleada y envejecida. ¡¿Qué?! Lo que para mí resultaba una bonita y sexy galaxia naciente; para la "ciencia" en realidad representan las marcas de una piel ajada por el tiempo. Como un perro. Jajaja. Y lo digo, porque tuvimos en casa una perra french poodle (que llamamos Lee, y en su nombre más formal: Libreta), que con los años, fue perdiendo pelo y dejando ver su piel cada vez más manchada por lunares de vejez. Un buen día, un lunar rojo apareció en mi mejilla; como si la vida se riera de mí y me lo gritara en la cara. En resumen, creo que estoy envejeciendo como una perra. Jajaja.
He de decir que, también en aquel entonces, cuando alguien me decía "¿qué va a llevar, señora?"; sentía como un toque eléctrico que me recorría desde el cuero cabelludo hasta el pubis. Jajaja. Hijxs de puta, pensaba. A veces, no volvía al sitio, ni por el cambio.
Ni hablar de los miles de tonos de cabello que probé para disimular la cana. Hasta que me estacioné en un rubio platinado que permitía alargar el retoque. Sólo que el platinado dura poco y acaba en un amarillo que yo llamaba "de agua oxigenada". Jajaja. Yo, de barrio pobre, vi a muchxs queriendo ser rubixs con el poder del agua oxigenada... el resultado era un amarillo pollo horrendo que cumplía aquellos sueños inalcanzables; o más bien, alcanzables a la mano de aquellos raquíticos bolsillos. En mis experimentos para tratar de mantener el platinado (a precio de barrio bajo, jaja), probé muchas formas. Me funcionó usar tinte negro en agua y con poco peróxido para alcanzar el platino en segundos (porque sí, creo que además de envejecer como perra, cuando una va creciendo aprecia cada vez más el tiempo, contaré otra historia al respecto)*... hasta que un día, se me pasó el tiempo de pose y acabé con un negro azabache en lugar de platino. Así que he vuelto al retoque de cada indicio de nieves de enero que se asome por mi cabeza; aunque he probado otros trucos funcionales, estoy por darme por vencida y dejar que las nieves de enero helen mi cabeza; al fin, he descubierto que las canas también me gustan; lo difícil es aceptar la transición de dálmata, otra vez, como perra. Jeje
[*Ah sí, otro de los signos de mi avanzada edad, es que olvido las cosas y me pierdo muchas veces en mis divagaciones con grandes episodios de afasia. No sé si la edad, el insomnio o no, creo que siempre he sido así de locadistraída, jaja]
Otro fatídico día, y creo que fue el parteaguas entre la frustración, la decadencia y la aceptación, fue cuando, preparándome en el baño para una depilación brasileña, descubrí un hilo blanco, tiernito, naciente. Fue un verdadero balde de agua. Me recuerdo echando un "hijademiputxmadre (pobre de mi madre, qué culpa tiene), ahorasímellevólachingada". Y luego, empecé a reír como loca. Una risa histérica que pasó por lágrimas (de dolor, de darme cuenta que no soy la jovencita poderosa que fui) y terminó en carcajadas (de resignación, de burla hacia mí porque me di cuenta de que era una ridícula al no aceptar este "doloroso" axioma). Creo que fue casi un episodio psicótico. Necesario. Catártico. No estoy segura si desde entonces, empecé a ver con gracia cada uno de lo que parecen los siguientes pasos de la decadencia. Dramática, como siempre he sido, jaja. Aunque he de decir, que desde entonces el depilado brasileño lo dejé en manos de profesionales (y ahí otra historia que sigue más adelante). Fue resignación y aceptación, pero tampoco quise volver a ver el naciente mar de plata que como tsunami arrasará con el vantablack entre mis piernas.
Lo siguiente que recuerdo, fue observar el doblez del brazo y descubrir un reluciente y solitario vello blanco. Reí y solté otro "hijadeputa". Tiempo después, fue un sobresaliente pelo en la ceja; al tiempo que reía, ponía los ojos en blanco y remarcaba el lápiz que disfraza mi cara de Conde Drácula cuando no las maquillo. Recién, descubrí una pestaña... río junto con la vida que insiste en burlarse, y en mi cara.
Y bueno, retomando la historia de la depilación brasileña en manos expertas... quiero decir que, a pesar de la buena mano que algunas tienen, la carencia de tacto resulta insólitamente contradictoria. Jajaja. Yo, de barrio pobre y pudorosa hasta el infinito y más allá; encuentro difícil desnudar el alma a cualquiera. Luego de varias sesiones, encontré por fin algo de confianza en unas chavas... si ya hasta disfrutaba las pláticas que nos aventábamos mientras que me desgreñaban. Al principio, me sentía invadida con las pláticas (más de lo que una puede estar en estos contextos, diría que invadida y expuesta como una ave en pollería a punto del destazamiento). Si yo lo que quería, era cerrar los ojos al iniciar la sesión, desaparecer y volver al mundo cuando dijeran: lista pelucasmialegría; o más adecuadamente: pelonapelorico. Con el tiempo yo misma iniciaba la plática. Me costó trabajo, no cabe duda; además de lo que ya dije, casi no vuelvo cuando desde mi primera vez (en la vida) me dijo la chica que se me notaba que la despelucada era mi técnica. Me sorprendí de que hubiera personas candidatas hasta para eso... y ¿por qué?, pregunté queriendo saber las características que me calificaban para la técnica. Y entonces me respondió mientras se preparaba con los guantes, porque ya casi no tienes pelo. Jajajaja. Casi quise reír y llorar como cuando hice el descubrimiento que me llevó hasta ahí. Esta vez, además del consbido "hijadeputa" (que ahora tenía dedicatoria para la hijadelachingadafaltadetacto que me atendía), me dediqué un "mellevalachingada" ahora hasta calva.
Recuerdo que fui espaciando las sesiones de poda por mis desajustes hormonales que alargaban los periodos menstruales hasta por meses. Hasta que un día, post pandemia, volví para descubrir que el negocio desapareció. Volví al pudor intentando en uno y otro sitio; cayéndome en gracia cuando de alguna manera comentaban mi alopecia: hijasdelachi. Jajaja. Sigo sin encontrar la confianza que ya tenía, tanto, que no tardo en volver a mí. Jaja.
Y todo esto, porque recién me he puesto a estudiar las canciones de León Larregui, en preparación para ir al concierto con mi amiga Gaby (almas gemelas en tantos gustos y bromas de la vida). Le dije, me hace falta actualizarme, ya no me sé sus nuevas canciones; pero para cuando sea el concierto, estaré preparada. Y quiero decir que me está costando trabajo. Que nuevamente, como la "terrible" Lee (así le decía el veterinario de la familia, que Dios tenga a fuego lento, como mi papá dijo al enterarnos de su partida, jaja) (me enorgullezco de tener el humor de mi papá), me estoy quedando sorda. Mellevalachingadaalritmodechaquira: brutaciegasordomudapelonamanchada. Jajaja. Bueno, ciega todavía no (aunque supongo que no falta mucho). Pero sorda voy que vuelo. (Y he de confesar que reí y lloré mientras escribí esto. Por la sordera, pero también por la nostalgia de recordarnos riendo a Gaby y a mí, cuando llegábamos a la escuela de invierno y ver que el día se convirtiera en horno; de verano en plena nevada en Whashington, y así, nuestra etapa universitaria transitando al antojo de la cabronavida (menos mal, ahora tenemos a Sangoogle).
Le dije a mi hermana, estoy estudiando para ir al concert con Gaby; pero creo que la vejez me está dejando sorda (yo que la migraña me hace oír hasta el silencio). Le dije, puse sus canciones y no le entiendo nada, necesito subtítulos; como alguien cuyo nombre no quiero mencionar, que no acepta su sordez y se rehúsa a atenderse poniendo subtítulos a las películas en español. Y rematé contándole a mi hermana, vi una entrevista de Raulalejandro y Larosalía con Ibai, sobre una canción que lanzaban. Puse la canción y no les entiendo ni ma'. También me cuesta trabajo entender al conejo malo. Jajaja. Aunque, no sé si soy yo en un episodio más de la decadencia, o en realidad no se entienden sus balbuceos, jeje.
En fin, así mi vida hasta ahora. Aceptando lo que la vida traiga; pero con actitud, entre risas. Vámonos riendo que nacimos llorando. ♡
Envejecer es un lujo que no a todos nos regala la vida, habrá que apreciarlo y disfrutarlo con mucho orgullo y dignidad. Me siento afortunada y bendecida ♡ |